domingo, 21 de febrero de 2010

Kitchen



Hoy fui al pasaje del libro con la idea de comprar algunos libros que no encontré.
Es así como entonces,empecé a tratar de recordar que otras posibilidades tenía en mente. Y esta fue la conversación en la librería que sostuve con el vendedor:
-Ehhh hay un autor japonés que estaba buscando también. Pero no me acuerdo del nombre. ¿Tenés a los japoneses todos juntos en un estante?
-No, no.
-A ver como era el nombre...esperá. Ehhhmmm No. No me acuerdo. Dejá no importa.
- ¿Banana Yoshimoto?
-¡Si!¡¿Cómo te diste cuenta?!(felicidad y sorpesa extrema)
-Es que no te animabas a decirme el nombre...
Yo sé que no sonreí en ningún momento de la conversación. ¿O si? Pero mis ojos me deben haber delatado o algún gesto de verguenza me debe haber asomado en la cara. ¿O será que hay otros clientes pudorosos también? De estar segura, en todo caso, no hubiera habido pudor que se instale. Pero decir: me parece que el autor se llama "Banana" no era una opción viable. Podemos decir,como conclusión, ante todo, que el vendedor lo resolvió mucho mejor que bien.

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